Gustavo Rafael
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Con frecuencia mi papá recitaba un precioso poema del poeta Mexicano Juan de Dios Peza, el cual se me quedó grabado de tanto oírlo cuando niño.  Hoy, con oídos adultos, aún me parece oír su voz a través del tiempo recitando con mucha emoción.  Quizás nuestro viejo se identificaba con Garrick en algunos momentos de su vida... 


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Reír llorando (Juan de Dios Peza)

Viendo a Garrick, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz”, y el cómico reía.

Víctimas del esplín, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su esplín en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegose un hombre de mirar sombrío:
Sufro,” le dijo, “de un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.”

Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno esplín, muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.

-Viajad y os distraeréis. -Tanto he viajado.
-Las lecturas buscad -Tanto he leído.
-Que os ame una mujer - ¡Si soy amado!
-Un título adquirid -Noble he nacido.

-¿Pobre seréis quizás? -Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis? - ¡Tantas escucho!
-¿Que tenéis de familia? -Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios?  -Mucho, mucho.

¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
- Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.

-Me deja- agrega el médico -perplejo
vuestro mal, más no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrick podréis curaros.

-¿A Garrick? -Sí, a Garrick. La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa!

-Y a mí me hará reír?-Ah, sí, os lo juro!;
él, sí, nada más él...Mas qué os inquieta?...
-Así -dijo el enfermo -no me curo:
¡Yo soy Garrick! Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!..
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestras plantas pisan
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto
que las vidas son breves mascaradas.
Aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.